Atrás quedaron esos maravillosos años en los que construíamos castillos en la orilla de la playa, los cuales gozaban de una sencillez infantil que era inspirada por nuestro cubo, pala y rastrillo. Nuestra maestría nos abocaba a perfeccionar una muralla lateral sin avistar las olas que 'de-construían' nuestra obra maestra, dejando nuestra fortaleza en manos de Poseidón. Vamos, que con poco oleaje nos quedaba un churro descomunal que todavía mirábamos con regocijo y complacencia. Con el convencimiento de un trabajo bien hecho, sin reparar en la deformidad del conjunto arquitectónico que habíamos perpetrado con nuestro sello personal.
En la actualidad ya hay artistas singulares que nos hacen ver la magnificencia de la arena realizando auténticas obras maestras, evocando la inocencia de nuestra infancia. Nada que ver con nuestros castillitos estas representaciones son maravillas reales para contemplar.
Y aunque no soy una artista singular, ahí va mi pequeña aportación:
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| Obra y foto: LolesML |
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