domingo, 30 de octubre de 2011

Cambio de hora

Anoche los relojes nos regalaron una hora, forzando a los meses venideros a un crepúsculo insuficiente para nuestra vivacidad. Un diligente amanecer que no aprovechamos porque nadie pondrá el despertador una hora antes solo para disfrutar de la luminiscencia del alba (bastante madrugamos ya), y una oscuridad cerrada en el ocaso, que es cuando terminamos nuestra jornada laboral y comienza nuestro tiempo libre.

En general el día de hoy ha sido raruno. Aunque el reloj nos cede una hora etérea, el cuerpo acusa una lasitud por tirar del carruaje una hora más de la cuenta, porque a ciertas edades el maravilloso biorritmo no permite dejarnos disfrutar de ese regalo temporal en el sobre.


Y digo yo, que si el cambio del horario en verano ha permitido un ahorro de 250 millones de euros a los hogares españoles ¿por qué no mantenerlo y prolongar esta alegría que nos da la luz?
Ya volveremos a las andadas y nos quitarán lo hoy regalado, con la maestría impecable del 'Tiempo ido, tiempo perdido'. O como lo llama el poder gubernamental, en cumplimiento de la directiva comunitaria que rige el denominado «cambio de hora». ¡Toma ya!.

A fin de cuentas, como decía aquel 'La única razón para que el tiempo exista es para que no ocurra todo a la vez'. Albert Einstein.


Por Loles Martínez López

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