martes, 29 de noviembre de 2011

Vuelta a la normalidad

Después de una larga baja laboral, ayer me reincorporé a mi condición de proletaria. La verdad es que fue gratificante ver de nuevo a los compañeros, y aunque en mi despacho se disputó en mi ausencia una batalla campal de la mano de Atila, mi regreso a los quehaceres cotidianos resultó agradable. Hoy es mi segundo día, y ya parece que que no me he movido de aquí durante siglos.

 Sin embargo, sé de uno que no lo lleva tan bien...¡el perronchito!.


Muchas son las siestas que hemos compartido, muchos ratos de caricias en el sofá, muchas horas de juego juntos, paseos por el parque...y ahora, de repente, 'la líder de la manada me deja solito en casa todo el día'. Su pequeña cabecita no puede digerir este cambio de costumbres. Por eso hoy, durante la comida, ha decidido hacer trastadas varias para llamar la atención. ¡Y vaya si lo ha conseguido!. 

Que lindo mi bandarra. Y encima el viernes le compensaré tantas horas de soledad con una vacuna. ¡Ay, que vida más perra!.


Por Loles Martínez López

3 comentarios:

Juan Carlos Vivó Córcoles. dijo...

La verdad es que se los quiere con locura. Ellos sí saben amar y ser fieles, no como nosotros que nos movemos por intereses. Ay, mi Lukas, que en paz descansa. ¡Cuántas siestas compartidas en el salón de casa! ¡Cuántos mordiscos de cariño! En fin.

Unknown dijo...

Muy jrande el perronchito! la verdad es que nos alegran la vida estos bichejos, que haríamos sin ellos :-)

Nombre: Loles Martínez López dijo...

Son los únicos que siempre celebran tu llegada a casa con una alegría desbordante. ¡Eso es un amigo! :)