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Ese maravilloso mundo, ese magnífico sofá en el que descansas tumbada y ese excelente cartel que hace que se te pongan los pelos como escarpias ¡¡CLÍNICA DENTAL!!.
Pues sí, ayer tuve que volver. Los cuatro puntitos ya me estaban fastidiando un poco la verdad.
No me acostumbro. Por más que cierro los ojos, tanto ruidito y tanto subir y bajar el silloncito me provoca un gran desazón. Sube por aquí...así no veo...baja por allá...te ves la puntita de los pies...de repente miras de reojo y te ves los zapatos en el techo y piensas ¡córcholis, que doy la vuelta!. Y luego te dicen "no te levantes todavía que te puedes marear". Normal, después de un paseo en tiovivo, el mareo es el menor de los males que me puede pasar.
Después de quitarme los cuatro puntos, el cirujano practicó una nueva cirugía periodontal. Lo que se traduce en otra muela menos, tres puntos de sutura y menos euros en la cuenta corriente.
Muy mala noche. Peor día y festival barbitúrico en marcha. Evitando por todos los medios la metamorfosis en el Chavo del 8.
Resultado final: sin juicio por la vida. Adiós mis queridos terceros molares.
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